Debería haber empezado un blog hace un año y medio, cuando llegué a Corea, y no ahora que ya entro en la cuenta regresiva (digo, porque me queda menos de la mitad del tiempo). Y ¡lo peor! es que no lo empiezo porque quiera contar algo, sino porque lo necesito, ya sé, un desastre lo mío.
Y ¿por qué lo necesito ahora? de eso se van a dar cuenta en los próximos posts.
Estuve pensando toda la semana en qué pondría en mi primer post, sin que sea ni muy forzado ni muy nerd (anque muchas veces no puedo evitar lo nerd). Y como todavía no sé bien qué sería lo mejor, voy a empezar explicando el origen del nombre de mi blog. Porque muchos de mis amigos por ahí no saben.
El nombre Mate, Mote y Kimchi viene de mi vida misma. Yo nací en Bariloche, Argentina, tierra del tango, del asado y del dulce de leche...y del mate. Pero ¿por qué entre todo lo argentino elegí el mate? bueno, porque durante todos los años que viví en Argentina, jamás tomé mate y si lo hacía era para no rechazar cuando amablemente me lo ofrecían, o cuando vivía con mamá; los escones caseros saben mejor con unos mates. Eso sí, mates tibios y dulces, bien dulces. Recién ahora, desde que empecé la maestría en Seúl, me dieron ganas de tomar mate ¡ahora que no puedo conseguir yerba en ningún lado! Y no lo tomo tibio y dulce, lo tomo caliente y amargo. Cuando hago skype con mamá todavía se sorprende cuando me ve echándole agua a mi mate. Así que por eso el mate. Es por lo único que alguien se daría cuenta de que en esta casa vive una argentina.
Mi mamá nació en Chile, la mitad de mi familia está en Chile, incluyendo a mi hermano mayor que está a punto de ser padre por primera vez, y yo viví en Santiago durante 6 años. Viví con una de mis tías al principio y después con mi hermano (el futuro padre), después también con mi hermano más chico, y por último con mi hermana (la más grande de las dos). En ese tiempo en Chile no puedo decir que se me hayan pegado muchas costumbres (el acento mendocino no cuenta, porque lo tuve desde siempre), pero una cosa que extraño y me gustaría volver a probar es el mote, sobre todo en verano cuando te lo venden frío y con huesillo. Antes de venir a Corea seguía comiendo mote en casa de vez en cuando, pero nunca con el mismo sabor que tiene el chileno.
Y por último, el Kimchi. Como muchos sabrán, el kimchi es una de las comidas típidas de Corea. Más que comida es un acompañamiento que no puede faltar en la mesa en cada comida en una casa coreana. Yo había probado el kimchi antes de llegar y lo odiaba. Cuando llegué lo seguí odiando. Había algo en ese sabor fermentado que no podía soportar. Solo mi amiga Eva lo comía con un entusiasmo que para mi era falso, porque a nadie podía gustarle el kimchi así. Hasta que, unos 6 meses después de llegar a Corea y de comer comida coreana todos los días, me animé a probarlo de nuevo, y para mi sorpresa y la de todos, me encantó. No sé si mi paladar cambió, o se acostumbró, o el kimchi se volvió rico de repente, pero no podía dejar de comerlo, era riquísimo. Incluso un día hace unos meses, se me antojó kimchi con arroz, tanto que tuve que ir al super del barrio comprar un paquete de medio kilo y me lo comí todo en 15 minutos.
Así que, como la persona de buen comer que soy (digo buen comer porque me como todo y no porque tenga un gusto refinado) mi blog tiene el nombre de 3 comidas (o bebidas) que me definen, porque son parte de lo que soy ahora.
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